La violencia sexual adopta múltiples expresiones que transgreden los derechos humanos de las personas, y no obstante muchas representaciones de esta violencia son todavía difíciles de identificar. Además la falta de actualización de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género ha reducido la violencia de género o violencia contra las mujeres, incluida la sexual, al ámbito de la pareja o expareja. Se han invisibilizado así otras formas de violencia y ámbitos en los que, sobre todo mujeres, niñas y niños, las sufren por parte de agresores con los que no les une relación sentimental, con quienes pueden tener diferentes tipos de relaciones o ninguna relación previa. La nueva Ley Orgánica 10/2022, de 6 de septiembre, de garantía integral de la libertad sexual especifica como ámbito de aplicación las violencias sexuales:
Artículo3. Ámbito de aplicación
1. El ámbito de aplicación objetivo de esta ley orgánica comprende las violencias sexuales, entendidas como cualquier acto de naturaleza sexual no consentido o que condicione el libre desarrollo de la vida sexual en cualquier ámbito público o privado, incluyendo el ámbito digital. Se considera incluido en el ámbito de aplicación, a efectos estadísticos y de reparación, el feminicidio sexual, entendido como homicidio o asesinato de mujeres y niñas vinculado a conductas definidas en el siguiente párrafo como violencias sexuales.
En todo caso se consideran violencias sexuales los delitos previstos en el Título VIII del Libro II de la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, la mutilación genital femenina, el matrimonio forzado, el acoso con connotación sexual y la trata con fines de explotación sexual. Se prestará especial atención a las violencias sexuales cometidas en el ámbito digital, lo que comprende la difusión de actos de violencia sexual, la pornografía no consentida y la infantil en todo caso, y la extorsión sexual a través de medios tecnológicos.
Como se puede ver aquí no está incluida la prostitución, una reivindicación del feminismo. La mayor parte de la explotación sexual en el mundo es de mujeres y se produce a través de la prostitución y quienes consumen todo tipo de explotación sexual son los hombres.
Podemos pensar en múltiples formas de violencias machistas: golpes, humillaciones, malos tratos económicos, insultos, discriminaciones, privaciones de la libertad, alejamiento de la familia, amenazas, explotación y asesinatos, pero sin lugar a dudas es en las situaciones de prostitución donde muchas de estas violencias se manifiestan juntas. Y son las mujeres, principalmente las migrantes y empobrecidas, las que más las sufren.
En Europa, una de cada tres mujeres ha sufrido algún abuso físico o sexual a lo largo de su vida. Una de cada dos ha padecido acoso. Una de cada diez ha sido víctima de una violación.
Tras las agresiones se encuentra el negacionismo. Uno de cada cinco europeos culpabiliza y responsabiliza a las víctimas. Y el 27% cree que el sexo sin consentimiento puede estar justificado en ciertas ocasiones.
En la mayoría de países europeos, mantener relaciones sexuales sin obtener un ‘sí’ no se considera por ley una violación de forma automática. La mayoría exige otras evidencias como la violencia física. Hay de dejar claro: el sexo sin consentimiento es una violación, que sólo sí es sí. La violación es un delito, es un trauma y como sociedad no podemos permitirlo, no podemos quedarnos mirando.
En España, según la macroencuesta de violencia contra la mujer de 2019, casi una de cada dos mujeres (el 44%) ha sufrido algún acto de violencia sexual a lo largo de su vida. Otro dato que ofrece la macroencuesta es que en el ámbito laboral más de 1,4 millones de mujeres afirman haber sufrido acoso sexual en su lugar de trabajo y que el 98% de los agresores eran hombres.
La violencia machista contra niñas y adolescentes crece un 87% en cuatro años. La Fundación ANAR ha elaborado un estudio (ver en PDF) a partir de llamadas y testimonios recibidos entre 2018 y 2022. Han atendido a un total de 20.515 víctimas menores de edad.
Han constatado un incremento de la violencia que sufren niñas y adolescentes, que ha aumentado un 39,7% en cuatro años y tiene especial incidencia de la violencia machista (un 87%). Asimismo, advierten de una tendencia a la normalización de determinadas conductas violentas, ya que el 70% no denuncia.
Hace falta que como sociedad denunciemos comportamientos, renunciemos a estereotipos, que llamemos a las cosas por su nombre y que luchemos desde nuestro entorno contra actitudes, comportamientos, roles que contribuyen a nuestra sexualización. Hace falta educación afectivo sexual a nuestras hijas, a nuestros hijos y no que PornHub sea su escuela. Hace falta más conciencia feminista para acabar con esta lacra.