Manifiesto de Izquierda Unida por el 1 de mayo de 2021
Hemos aprendido mucho en este año duro; aprendimos que las políticas neoliberales del capital matan; que el proceso de privatización que la derecha ejecuta desde hace años ha demostrado que teníamos una grave carencia de servicios sanitarios que protegieran nuestras vidas; que la dicotomía entre beneficios y vida la han resuelto en favor del capital, como ocurre en la Comunidad de Madrid y su canibalismo privatizador.
Hemos aprendido también que aquellos países que no llevan en su ADN el Estado de Derecho y la protección social, están a la deriva; y hemos recordado que el fascismo no está muerto, sino que da coletazos para intentar volver con sus mentiras a un periodo donde no existían los derechos fundamentales de nuestra Constitución.
Es indispensable profundizar, junto con los sindicatos de clase, en una legislación de protección a la salud en el trabajo, para evitar que miles de profesionales de los servicios básicos -en especial los sanitarios- paguen con su vida la falta de material y medios efectivos, así como de protocolos que garanticen la seguridad en el trabajo.
Sabemos que destinando los recursos a salvar el empleo en vez de a subvencionar a las grandes empresas y a la Banca, como imponen las políticas neoliberales, conseguiremos que se pierdan menos puestos de trabajo y que las familias puedan soportar mejor esta terrible crisis.
Hemos trabajado junto a los sindicatos para poner en marcha reivindicaciones históricas de anteriores 1º de Mayo: el Ingreso Mínimo Vital, el apoyo a los sectores más afectados por el COVID, presionar para que las políticas de la Unión Europea no repitan el austericidio, sino que busquen una Europa más cohesionada y social, estableciendo políticas efectivas para luchar por la igualdad salarial de género o contra los falsos autónomos.
Ahora sabemos que se puede defender el salario diferido de los trabajadores y las trabajadoras de nuestro país, estableciendo políticas de protección al consumidor frente a las grandes multinacionales.
Y hemos aprendido a hacer todo eso de la mano de multitud de colectivos, desde los sindicatos hasta las mareas en defensa de la Sanidad o la Escuela Pública, en las calles con las manifestaciones feministas o en defensa de las pensiones; defendiendo el derecho a la vivienda, enfrentándonos a la Banca y sus inhumanos desahucios, o haciendo más efectivas las actuaciones de la inspección de trabajo.
Todo ese aprendizaje lo hemos llevado a la política para que sus reivindicaciones se conviertan en ley, creando redes de apoyo para todas ellas.
Pero aún queda mucho por hacer y por eso desde Izquierda Unida defendemos y exigimos los derechos que reclama la mayoría social. Tenemos que fortalecernos frente al intento del capitalismo de reinventarse tras la pandemia. Este es un 1º de Mayo para presionar a aquellos que pretenden imponer nuevos recortes tras el COVID, quienes pretenden reducir los derechos laborales conquistados durante años, quienes quieren frenar nuestra lucha por la igualdad efectiva en el ámbito laboral.
Nos enfrentamos a aquellos que apuestan por anular o reducir la capacidad de intervención en las organizaciones de clase para aprovechar la crisis y establecer una reducción de salarios generalizada.
Desde Izquierda Unida exigimos en este 1º de Mayo frenar las nuevas deslocalizaciones de sectores fundamentales de nuestra economía. No es de recibo que las multinacionales se embolsaran ingentes cantidades de subvenciones sacadas de nuestros impuestos y que ahora decidan cerrar instalaciones completas para maximizar beneficios o reducir empleo a través de EREs. No vamos a permitir que condenen a comarcas enteras al desempleo y a la miseria. Reivindicamos una política industrial que nos saque del bucle de la dependencia casi absoluta del sector servicios y del turismo.
La Banca privada sigue aumentando sus beneficios a base de destruir empleo. Ya van más de 100.000 puestos de trabajo perdidos en el sector en los últimos 10 años, a pesar de la inyección de dinero público a través de subvenciones directas (Bankia y sus sucesivas fusiones) o indirectas (la deuda de 35.000 millones del llamado ‘banco malo’ que creó el PP que nos ha estallado en la cara) A esta sangría se le suma ahora CaixaBank y BBVA, con cerca de 11.000 despidos entre ambas entidades.
Es posible otra política que reparta la riqueza y para ello hay que hacer más fuertes a los trabajadores y trabajadoras a través de sus sindicatos y con ellos, al igual que hicieron ya los sindicalistas de Chicago, exigir un mundo más justo e igualitario.
VIVA LA JUSTICIA SOCIAL!!!
VIVA LA CLASE OBRERA!!!
VIVA EL 1º DE MAYO!!!