25 de abril de 2031
Ese día un levantamiento militar acababa con la dictadura derechista que había gobernado Portugal durante 48 años, bajo la denominación de «Estado novo». El gobierno de Marcello Caetano (el cual se exilia en Brasil, donde fallece en 1980 sin ser juzgado), sucesor del sempiterno Salazar, era desalojado del poder al ritmo del ya célebre Grandola Vila Morena. Se abre así el periodo conocido como la revolución de los claveles.
El 25 de abril de 1974, un sector significativo del ejército portugués lleva a cabo la destitución del gobierno dictatorial de Marcello Caetano. Estos oficiales, organizados en el MFA (Movimiento de las fuerzas armadas) abren así una crisis en los aparatos del estado pero su acción desata toda la energía y ansias de libertad latentes en el pueblo portugués.
Lo más fascinante del 25 de abril es el proceso de autoorganización popular posterior. Aparece el movimiento de «moradores» (vecinos que ocupan viviendas y gestionan la vida en los barrios). Surgen las comisiones de trabajadores (CT) que se organizan de forma autónoma implicando a diferentes sectores productivos, y que se configuran como espacio unitario de los obreros más allá de las diferentes tendencias políticas, realizando experimentos de autogestión contra la propiedad privada. La banca es nacionalizada por los mismos trabajadores y al gobierno no le queda más remedio que ratificar esta acción. Los soldados no son inmunes a este proceso de empoderamiento colectivo y forman sus propios órganos, Soldados Unidos Vencerán (SUV), que encabezan con uniforme múltiples manifestaciones populares. Las clases subalternas presentaban de esta forma, como un movimiento real, su proyecto alternativo de país.
El Times llegó a decir que el "capitalismo había muerto para siempre en Portugal". Aquellos fueron días de felicidad popular.
La revolución sin duda consiguió mucho más que eso (derechos sociales, libertades, fortalecimiento de un sector público que garantizaba un mínimo salario en especie para los trabajadores), pero quizás mucho menos de lo que pretendía.
El poso simbólico que deja el 25 de abril y la revolución de los claveles es enorme. No hay más que pasear por Lisboa y ver lo profundamente implantado que está en la conciencia nacional el 25 de Abril. Carteles conmemorativos, reconocimientos institucionales, una continua presencia en el panorama político portugués.
Celebremos el 25 de abril, es algo a conmemorar, pero no para caer en la nostalgia sino para mirar al futuro.