25 de noviembre de 2030
Los defensores y defensoras de los derechos humanos son personas que, a título individual o colectivo, trabajan para hacer realidad los derechos recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en las diversas normas que la desarrollan. Ese compromiso se ha demostrado fundamental para visibilizar situaciones de injusticia social, combatir la impunidad e impulsar los procesos democráticos en todo el mundo.
La propia Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha señalado que las mujeres defensoras transforman estereotipos a favor de la igualdad de género dentro de los movimientos sociales, cumplen con un papel esencial en la promoción y protección de los derechos humanos y contribuyen a fortalecer el estado de derecho, la democracia, la paz y el desarrollo.
La situación es aún más complicada para las defensoras, ya que a la represión por su trabajo por los derechos humanos suman la violencia de género en sociedades que no asumen el protagonismo de las mujeres en esa lucha.
Amnistía Internacional ha documentado ataques contra estas personas en la mayoría de países del mundo, y también tácticas represivas para silenciar al colectivo por parte de gobiernos de todas las tendencias políticas. Tales ataques adoptan formas y grados diversos: amenaza continua, intentos de desacreditar su trabajo, encarcelamiento injusto, tortura, e incluso asesinato. Esta amenaza también se hace extensible a sus familiares.
A este tipo de acciones para deslegitimar sus acciones, para acabar con las protestas, hay que sumar en el caso de las mujeres defensoras:
- Ataques misóginos. Las mujeres que deciden romper con los roles tradicionales de género para exigir sus derechos y los de sus comunidades suelen enfrentarse a la desaprobación y estigmatización. Los ataques que padecen, a menudo a través de los medios de comunicación, giran en torno a los mismos estereotipos que las defensoras desafían a través de su trabajo. Suelen ser etiquetadas como "malas madres" o "putas", su orientación sexual es cuestionada, y pueden ser ridiculizadas por su apariencia física o por su supuesta falta de "feminidad".
- Violencia basada en el género. Las agresiones sexuales o las amenazas de violación y los ataques contra sus familias son dos tipos de agresiones específicas contra defensoras de derechos humanos. Estas agresiones son cometidas por las autoridades e instituciones del Estado así como por actores privados, como empresas pero también por sus propias familias, comunidades y organizaciones.
- Falta de protección y acceso a la justicia. Cuando una mujer defensora de derechos humanos es agredida, es más probable que no cuente con el apoyo de su familia o comunidad y a veces, incluso la de su organización. Esto se debe a la persistencia de estereotipos de género que llevan a cuestionar y criticar el hecho de que las mujeres participen en la política y no se dediquen a tareas domésticas. Por otra parte, cuando una mujer defensora ha sido agredida y denuncia ante la justicia, es probable que se enfrente con autoridades que la re-victimicen y pongan en duda la validez de su testimonio y la gravedad de los hechos. Muchas de estas mujeres tampoco cuentan con los recursos necesarios para llevar a cabo acciones legales. Por otra parte, los mecanismos de protección existentes adolecen por lo general de un adecuado enfoque de género que tomaría en cuenta la desigualdad, discriminación y exclusión que enfrentan las mujeres en la sociedad y propondría una respuesta eficaz para responder a sus necesidades y prioridades. Las medidas de protección suelen no ser sensibles al género al no tener en cuenta las situaciones particulares de las mujeres, como por ejemplo, su papel de cuidadoras en la familia.
- Falta de recursos para las organizaciones de mujeres y apoyo a la participación de las defensoras en la vida política y pública. Las organizaciones de mujeres tienden a tener menos acceso a los recursos y menos apoyo político para la realización de su trabajo. Muchas mujeres defensoras no son reconocidas por su liderazgo y contribución -incluso en sus propias organizaciones, familias y comunidades y tienen que cargar, solas, con sus tareas domésticas y de cuidado mientras buscan tiempo para participar en actividades públicas o políticas. (Fuente ONU)
Mujeres ejemplo de esta lucha por sus comunidades, por los derechos de sus pueblos, contra el saqueo de la tierra son Malala Yousafzai, Berta Cáceres, Midrula Pasad, Marielle Franco, Theresa Kachindamoto... y muchas más, que siguen luchando o que fueron silenciadas.
Qué podemos hacer nosotrxs?
En primer lugar, cualquiera de nosotrxs puede ser un defensor/a de los derechos humanos desde el momento en que protestamos pacíficamente en las calles, litigamos casos en un tribunal o denunciamos crímenes en nuestras redes sociales.
En segundo lugar, los Estados deben seguir investigando, procesando y sancionando a quienes son responsables de los delitos contra los defensores/as de los derechos humanos.
En tercer lugar, debe celebrarse la labor de los defensores/as de los derechos humanos. Esto no sólo implica cambiar las actitudes culturales que nos rodean, sino examinar cómo nosotrxs, como defensores de los derechos humanos, organizaciones y partes interesadas, seguimos apoyándonos unos a otros para responder a nuestra vocación de defender nuestras comunidades y nuestro planeta en los próximos años.