La figura de Víctor Jara es un referente internacional de la canción protesta.
Yo nací en Chile, en la provincia de Ñuble, es una provincia muy lluviosa y también sacudida por terremotos. Mis padres eran inquilinos de un fundo y mi madre fue la que me estimuló en la música porque ella cantaba, en la casa siempre había una guitarra.
Por consejo de un sacerdote ingresó en el seminario abandonándolo dos años después.
Cuando cumplió el servicio militar, ingresó en el coro de la Universidad de Chile, participando en el primer montaje de Carmina Burana.
En 1957 tiene sus primeros contactos con Violeta Parra que le anima a seguir cantando. Fue uno de los más emblemáticos del movimiento musico-social llamado Nueva Canción Chilena.
Se unió a una compañía teatral e inició los estudios de actuación y dirección en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile.
Tras el golpe de Estado que derrocó al gobierno de Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973, Víctor Jara fue detenido al día siguiente por las fuerzas armadas de la dictadura militar recién establecida, debido a su militancia en el Partido Comunista de Chile. Fue torturado y asesinado con más de 40 disparos en el antiguo Estadio Chile, que con el retorno de la democracia fue renombrado Estadio Víctor Jara.
La relevancia de su figura artística y su trágica muerte han dado pie para que muchos cantantes y grupos musicales le dediquen sus canciones.
Víctor Jara se comprometió con el gobierno de Salvador Allende, fue su embajador cultural.
Escuchar las letras y tratar de entender lo que pasó fue terrible, hace que 50 años después sea una necesidad estar comprometidos como seres humanos contra las injusticias sociales.
En canciones como «El derecho de vivir en paz» o «Te recuerdo Amanda» se sigue luchando por la libertad con el verso y con la música a través de la cultura popular.
El amor y la relación de amor con los demás y con los instrumentos que se trabaja es vital, es la esencia de la razón de ser.
Nunca pudieron matar su legado después de aquel 11 de septiembre de 50 años atrás, su lucha continúa viva…
Fotografía de la Biblioteca Nacional de Chile